We move forward in the unfolding of a style that has been perfected and continues its dialectic in the deconstruction. I don’t know if the author of binding literature noticed it. In my reading, the atmosphere prevails over the homage, the feeling over the referential portal. Thus nostalgia and precariousness play with the clear skies in a landscape familiar to a caraqueño and suggestive for anyone who barely has any reference to the city. It is not a Caracas novel. It is a novel about defeat and, abandonment, pessimistic persistence. Affection is the saving grace—compassion for the creature, the last of the splinters. I have been saying goodbye as a reader of novels for a while now. I want to say in my defense that Blanco Calderon is not a novel for me, and although I read at my own pace, I have been reading less narrative for a while now, but I tend to get to the authors I have put in my notebook, which is nothing special, but it is my notebook. And I’m glad when I feel vindicated by my filtering method, age issues. I read Sympathy at the right time. I was ready to tour a city that has become more of a nightmare than a memory, an impossibility to see it otherwise. Surviving despite its children, the landscape, the key is overwhelming and yet sad and because its people adapt to living on precarious graces and also learn to lie to themselves. Will they react when flames consume an icon of their existence? Has the tenderness been lost, the last sliver that kept its inhabitants afloat? “If it is any consolation, in either case, I don’t think our poor country has much time left. So much wickedness to the dogs, God’s poor little children, cannot go unpunished. We don’t deserve another chance” #Simpatia #NarrativaenEspañol

Avanzamos en el despliegue de un estilo que se ha perfeccionado y continua su dialéctica, en la deconstrucción, no se si advertida por el autor, de la literatura vinculante. En mi lectura, se impone la atmósfera al homenaje, el feeling al portal referencial. Así la nostalgia y la precariedad juegan con los cielos limpios, en un paisaje familiar para un caraqueño y sugerente para todo aquel quien apenas tenga referencia de la ciudad. No es una novela caraqueña, es una novela sobre la derrota y el abandono, la persistencia pesimista, el afecto es la tabla de salvación. La compasión por la criatura, la última de las astillas. Yo que desde hace rato me estoy despidiendo como lector de novedades, digo para mi descargo, que Blanco Calderon no es una novedad para mi, y aunque leo a mi ritmo, desde hace rato leo menos narrativa, pero suelo llegar a los autores que he puesto en mi libreta, que no tiene nada de espacial pero es mi libreta. Y me alegro cuando me siento vindicado por mi método de filtro, asuntos de la edad. He leído Simpatía en un tiempo correcto, estaba listo para recorrer una ciudad que se ha convertido más en una pesadilla que en un recuerdo, en una imposibilidad de verla de otra manera, sobreviviendo a pesar de sus hijos, el paisaje, clave, es abrumador y sin embargo triste y porque su gente se adecúa a vivir de las gracias precarias y aprende también a mentirse así misma. ¿Reaccionará cuando un icono de su existencia sea consumido por las llamas, se ha perdido la ternura, la última astilla que mantuvo a sus habitantes a flote? “ Si te sirve de consuelo, tanto en uno como en otro caso, no creo que a nuestro pobre país le quede mucho tiempo. Tanta maldad con los perros, los pobres hijitos de Dios, no puede quedar impune. No merecemos otra oportunidad” #Simpatia #NarrativaenEspañol